Editorial

EL   MOMENTO  DECISIVO  PARA  UN  SUPREMO  ESFUERZO

Este artículo fue publicado en Revista Ariel No.12 y 13,  Mayo y Junio 1940, edición impresa

Esforzarse es engrandecerse: Servir es ennoblecerse

Swami Jñanakanda

La simple creencia, lo mismo que la convicción, la esperanza o la aspiración, o el ideal de por sí, no es suficiente para operar el milagro de unirnos en sublime Comunión con la Verdad Universal. Sin la ACTITUD MENTAL ninguna fórmula religiosa o panacea retórica de filosofía o de teoría política puede ser efectiva, porque no alcanza a operar su milagrosa alquimia en lo sustancial de nuestro ser, ni estamos en condición entonces para superarnos o para reconocer los nexos trascendentes que nos unen a lo superlativo del Universo.

Sin ACTITUD MENTAL adecuada, somos meros autómatas, polichinelas grotescos distraídos con ese o aquel culto, o bien con esa o aquella “suposición”, y por ende eternas víctimas de nuestras propias ilusiones y fantasías.

Y toda creencia, esperanza, aspiración o ideal, no importa cual sea la etiqueta que lleve, es absolutamente fútil si no logra la transformación de nuestro ser.

Además, sin la transformación efectiva, positiva, total de nuestro ser, por medio de mutaciones que afectan hondamente nuestra estructura psico-étnica y trasmute convenientemente las partículas atómicas de nuestros cuerpos, nuestras funciones serán siempre deficientes, limitadas y erráticas.

Ninguna doctrina decantada pasa de ser mera visión, o alucinación, si no afecta hondamente nuestro ser, perfeccionándolo.

Ahora, ante los tremendos desbarajustes de la civilización, que acusan fallas de principios y desvalorizaciones arteras, se impone una saludable reacción de parte de las Fuerzas Vivas. No debemos permitir que las pasiones y los odios, las ambiciones y las iras actualmente en pugna en los campos de batalla salgan triunfantes. La espiritualidad debe ser en todo caso, el árbitro final y la suprema inspiración de la vida, convirtiéndonos entonces en genuinos vehículos del Verbo Universal, la Verdad Única posible.