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LA BARBARIE Y EL ARTE

 

Recordando la historia, a propósito de la música, en plena Segunda Guerra Mundial.

31 de diciembre 1941

“Si vis non vobis…” Virgilio

 

Hace apenas seis años, nos reíamos a carcajadas, cuando asistimos a un congreso denominado “EN PRO DE LA BANDERA DE LA CIVILIZACIÓN”, citado en Washington por el famoso pintor Roerich. El propósito era el de defender el patrimonio histórico, artístico y cultural en general de la humanidad, en tiempos de guerra. Asistimos en calidad de Delegado, y notamos que prevalecía en dicho ambiente una ignorancia supina respecto a la historia humana y las pasiones grotescas que se exaltan cuando la gente humana se da el lujo de hacerse la guerra, aunque sea “humanizada” (sic…)

Hoy en día, no bien prendió la mecha de las pasiones del nuevo mundo el artero ataque de los salvajes nipones a Pearl Harbour y Manila, hemos de percatarnos cuán difícil es aleccionar a la gente humana tanto en sus ímpetus de indignación como en sus ardores marcianos.

En días pasados, oímos por diversas Estaciones de Radio, la despampanante noticia de que…. “La música escrita por autores de naciones totalitarias queda prohibida en todos los programas de radio, y los nacionales de dichos estados perturbadores de la paz mundial y enemigos de la democracia quedan ipso facto inhabilitados para aparecer en programas de radio…”

Esta noticia fenomenal nos dejó de repente aplanados y adoloridos en medio de un desconcierto que ningún razonamiento lograba apaciguar. Pensando en las obras maestras de los Mozart, Beethoven, Schubert, Litz, Haendel, Haydn, Gluck, Bach, Wagner, que son dignas contrapartes del genio de los Schiller, Lessing, Mazzini, Kant, Schopenhauer, Nietzsche y Goethe, nos quedamos pensando en que tal prohibición emanaba de Berlín, Tokio o Roma, las capitales enemigas de las más sublimes exaltaciones del Espíritu, guaridas, en fin, del poderío concertado contra todos los valores genitivos y sagrados de la civilización humana. Pero no, nos fijamos bien en la orden, y notamos que fue dirigida contra los países totalitarios y sus infortunados nacionales, y que fue dictada en pleno Nuevo Mundo, nada menos que en el país de las vanguardias rehabilitadoras de los valores eternos (!) México.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver la música de Arte quintaesenciado cuál la Novena Sinfonía y la Sinfonía Heroica de Beethoven, el Sueño del Amor de Litz, la Serenata y el Ave María de Schubert, las Obras de Wagner y los Himnos de Haendel, con la barbarie totalitaria? ¿Acaso no son expresiones precisamente del más excelso valor Espiritual y del más sublime Humanismo? Confundir esta música maravillosa de las Sinfonías Sagradas y Sonatas Divinas con el verbo destructor del totalitarismo equivale a blasfemar contra el Espíritu Santo, y, francamente, precisa tener alma de totalitario para incurrir en semejante criminoso ultraje a la razón humana y a la majestad del Arte.

El Arte es UNIVERSAL, y si estudiamos a fondo el espíritu de los genuinos artistas, tendremos que reconocer que todos ellos dejan de ser alemán, italiano, francés, turco, ruso o malgache, para ser excelsas almas de la Nobleza Humana, que no reconoce fronteras políticas ni circunstancias patrióticas. ¿En qué cerebro eunuco, en qué alma de pitecántropos, pues, pudo caber el imperativo de condenar la música magistral de los grandes compositores germanos? ¿Es posible, preguntamos nosotros, que se degrade así el Arte puro, que se denigre las excelsitudes Humanas, en nombre de la Democracia, en una nación que presume de palpitante corazón de las redenciones humanas? Y pensar que nadie ha dejado oír una sola protesta por semejante insulto a la razón sana y a los Valores Espirituales, ni siquiera la Universidad Nacional, ni el Conservatorio de Música, ni la Academia de Bellas Artes, como tampoco siquiera la Facultad de Filosofía y Letras.

Han pasado quince días desde que este Ukase se ha dejado oír, cayendo sobre el Divino Halo del Arte, a manera de “Blitzkrieg” Democrático, y nadie ha protestado, ni siquiera los infortunados artistas de nacionalidades afectadas. Pero nos preguntamos nosotros, ¿Está la Democracia en guerra contra el Arte y contra quienes son artistas, pero con la mala suerte de haber nacido en países hoy por hoy oprimidos por la fuerza totalitaria, que ningún genuino artista puede ensalzar ni aceptar? Sí lo está, nos gustaría saber qué ARTE puede darnos la tan descantada Democracia en sustitución a las inmortales composiciones proscritas. Empezamos a creer que la Democracia pretende negar las grandezas eternas, con tal de glorificar sus improvisaciones insípidas, torpes, grotescas, estilo cacofonías cabareteras, epilepsias tangueriles, somníferos huapangos, cursilerías de mariachis, alaridos afroamericanos y grotescas aberraciones Laraescas u Hollywoodenses.

Por fortuna, acá en las Américas, nos queda siempre el recurso de oír la National Broadcasting de Norte América y la British Broadcasting de Londres, que seguirán difundiendo programas de sublime realización Espiritual, amortiguando las irritantes MÚSICAS antiartísticas que la Blitzkrieg democrática (?????) de México pretende imponernos, con bárbaro afán verdaderamente insensato.

Contrista más aun esta noticia por cuánto es de fuente oficial, puesto que la oímos a través de la Estación gubernamental, y los hechos consiguientes demostraron la triste realidad del impromptu bárbaro.

Quisiéramos recordar ahora, que el Arte es la patria Humana por excelencia, y, sobre todo, que la NOVENA SINFONÍA, símbolo grandioso del genio qué aleteara en la Alemania de los Goethe, Schiller y Beethoven, nada tiene que ver con las crisis ocasionales del prusianismo. Y tengamos presente también que el artista sufre su infortunio en su patria totalitaria, que es víctima de fuerzas antagónicas y anti espirituales.

No aumentemos la desgracia de los artistas de nacionalidad totalitaria, tratemos de ser dignos enemigos del totalitarismo, convirtiéndonos en demócratas amantes de los genuinos Valores Humanos y de las geniales vivencias Espirituales. Pero eso no se ha de conseguir condenando como BARBARIE EL ARTE MAGNÍFICO DE LOS BEETHOVEN, LITZ, MOZART, TOSSELI, BAGH Y GLUCK. No vayamos a creer que nuestra tan decantada DEMOCRACIA ha de ser más aceptable, más sublime, más Divina, por el hecho de librarla de las sagradas insinuaciones del Arte.

¿Pero, es posible que haya quien, a estas horas, confunda las latitudes Espirituales con las latitudes geográficas y políticas?

Y si se nos da a escoger entre una Marcha Nupcial de Haendel o una ejecución de Rimsky-Korsakoff y un Huapango o unas disonancias de mariachis al paso suntuoso de recién desposados, francamente, preferíamos ser tachados de demonios o de cualquier cosa, pero no de demócratas de última hora, como pretende hacernos el famoso Ukase a que nos referimos. Confiamos, eso sí, que la medida en referencia no va a extenderse a las discos de fonógrafo ni los oficios religiosos, pues de otro modo nuestra Democracia va a resultar de veras chocante y extrachabacana sí tendremos que conformarnos en nuestras reuniones sociales y en nuestros Templos con alaridos de swing y soporíferos blues selváticos, salpicados de suspiros de Missouri, de aires de la Habana o persistentes sonoridades del Congo.

Necesitamos ser más explícitos. Protestamos vigorosamente contra ese destino que tanto denigra de nuestra decantada Cultura, y pedimos que se revoque, sencillamente, esta disposición, que es un ultraje bárbaro a la razón, a la civilización y al Espíritu.

Swami Jñanakanda