RITMOS DE LA VIDA

Carta – Lección

ritmo de la vida

 

Todo es ritmo en la vida. En efecto la vida debe su variedad y diferentes modalidades a los ritmos de que se compone. Cada compás, pose o transformación, en las diversas clases de armonías, nos dan una medida y nuevas formas. Vivir es vibrar a un compás determinado, expresarse o desenvolverse según un modo de acción.

La acción es la base de todo en la vida, pero es el ritmo el que marca estos procesos y el que decide las modalidades de expresión que la caracteriza. Así, todo pensamiento, todo acto de voluntad, toda afirmación sentimental o de motivo biopsíquico, está gobernado por un ritmo. El ritmo es el que determina el valor de las fuerzas y las cualidades de las formas.

El Poder vital que nos anima y que nos inspira, lo mismo que la herencia biológica o kármica que traemos consigo, son igualmente producidos por el ritmo, compás o modo de acción de la energía en juego. Estos ritmos forman las armonías que rigen las Fuerzas del Universo. No son percibidos porque los Principios Universales son incomprensibles para nuestros sentidos, pero asimismo, nuestros Pensamientos y nuestra actitud mental responden a esta necesidad de la Naturaleza, que es el Ritmo. Cada vez que se piensa, se imprime un nuevo impulso, un compás, un ritmo a nuestras fuerzas vitales. Todo nuestro Ser es conmovido por las fuerzas en juego, así como el sentido de los valores, ideologías y motivos de nuestras ideas. Esto es tan verdadero, que realmente toda nuestra Mente está dominada por el ritmo, el cual a su vez influencia el mecanismo del cuerpo psíquico, según las cualidades de los motivos o ideas en curso. De ahí, que desde remotos tiempos, se sabe, que SE ES COMO SE PIENSA, y que NUESTROS PENSAMIENTOS SON ONDAS QUE MODIFICAN CONSTANTEMENTE NUESTRO SER Y NUESTRA VIDA. De aquí, la conveniencia de no sostener malos propósitos ni mantener malos pensamientos. Pensar, es ya un incentivo a la acción, y es en fin, imprimir un ritmo dinámico a las fuerzas que actúan en todo nuestro Ser.

Se dice generalmente, que la personalidad es un accidente de la vida. Gran error. Nuestra personalidad es el resultado de nuestros esfuerzos mentales, estando condicionada por los ritmos diversos y sucesivos impresos a los pensamientos-fuerzas y a nuestros esfuerzos bio-psicológicos. De esto se deduce, que se puede cambiar la propia personalidad a voluntad, cambiando, sencillamente, el modo y cualidad de los pensamientos. Seleccionemos nuestros pensamientos, y sobre todo aprendamos a sostenerlos y a afirmarlos en nosotros. Así construiremos nuestra vida y nuestra propia personalidad.

Ante ciertos grandes problemas, como el sufrimiento, el karma, la reencarnación, la suerte, se dice frecuentemente que no se trata más que de puras fantasías, debidas a la ignorancia humana, o bien, a malas fuerzas que entran en juego en nuestra esfera de acción. A menudo, se está asimismo inclinado a creer, que todo en el Universo no es más que el resultado de fuerzas ciegas, activas, de una manera accidental, sin la intervención de ninguna fuerza regente o gobernadora. Si esto fuera así, la vida no sería más que una serie de procesos accidentales de fuerzas desencadenadas luchando al azar, impuestas por las circunstancias y según el juego irresponsable y caótico de las fuerzas en curso. Por consiguiente, nada de esto es verdad, puesto que sin los ritmos de la Naturaleza no podría existir la armonía en la Naturaleza, y entonces la vida no tendría ningún objetivo. Sabemos, no obstante, que la vida está fundamentada en Principios Universales, y que está regentada por definidos propósitos, bajo la forma de ritmos, cuyo carácter imprima un motivo y una finalidad determinada a todas las cosas.

El tiempo lo mismo que el espacio, están, asimismo, gobernados por el ritmo. Así, los ciclos biológicos, dinámicos, cósmicos, e incluso astronómicos, están determinados por motivos de orden vital, por medio de ritmos. Estos ritmos, los observamos en todas partes, en las mareas, en la rotación de los astros y sistemas solares, en las funciones biológicas de la mujer, en los ciclos sanguíneos y endocrinos de los seres humanos en general, en la forma de crecimiento de las plantas y nacimiento de flores y producción de frutos en los bosques o en nuestros jardines. En todas partes, en fin, vemos siempre el ritmo de fuerzas en acción que se manifiestan de las maneras más diversas. Conocer, pues, los ritmos, es penetrar en los secretos de la Naturaleza.

En nosotros mismos, existen el ritmo de la respiración, que conviene conocer muy bien, pues mediante él, aseguramos la salud a nuestro organismo. En lo mental, domina también el ritmo de nuestros pensamientos.

En sentido trascendental, es también el ritmo, el que determina la frecuencia y la significación de la Recarnificación, o sea, el Retorno dinámico del individuo en las Esferas de la vida. Al menos, explica y justifica la Reencarnación, que no es en realidad, más que la re-escenificación de la personalidad según sus necesidades de vida personificada. Pues se vuelve a las condiciones de vida que se han adquirido, y a las que se está ligado, bien sea por deseos u obligaciones.

El deber de los Discípulos, por esto, es bien fácil de comprender, pues consiste en orientar la vida según los mejores designios y aspiraciones. Nuestro poder de cambiar nuestro destino, es asimismo una prueba de que estamos dotados de Dones Divinos, toda vez que podemos cambiar y dominar el ritmo de la vida. En efecto, somos Dioses, pero por nuestra ignorante individualidad, perseguimos tontamente destinos de necias personalidades.

Seamos, pues, Almas Probadas, Nobles y Dignas (Hamsaji) a fin de fortalecernos en las Verdades Eternas, y para volver a ser plenamente, con todo derecho y consciencia, la Divinidad, que no dejamos de ser, en Esencia.

Recibid Todos, Mi Bendición.

K.H. 

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